El comportamiento de algunos vecinos
de mi barrio se asemeja al de los cerdos, sin ofender a estos últimos, animales
irracionales. Todos debemos contribuir a que nuestras calles estén limpias. Es
un derecho pero también un deber ser civilizado consigo mismo y con los demás.
Por el bien de todos. Creo que es fácil depositar las bolsas de basura en su
correspondiente lugar, es decir, en los cubos destinados para tal fin. En
Madrid, empieza a ser costumbre dejarlas en la base de los árboles y alrededor
de los contenedores para el reciclaje de papel y plásticos. Y por si fuera un
acto poco racional de por sí, encima, nos quejamos de la excesiva suciedad que existe en el espacio urbano. Seamos consecuentes y hagamos
lo que está en nuestras manos para evitarlo. A aquellos que ensucian las zonas
públicas les gritaría, con educación, la mítica frase del célebre Fernando
Fernán Gómez: ¡váyanse a la mierda!, a la misma que desparraman por la calle.
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