Hacer una película en España es una aventura
llena de obstáculos, una locura incierta que sabes cómo empieza pero que no
puedes adivinar cómo acabará. Ni el mejor productor de cine posee la receta
perfecta para triunfar con su obra. Y es aún más complicado cuando se trata de
sacar adelante un primer largometraje. Este es el caso de los directores
catalanes Caye Casas y Albert Pintó. Una ópera prima en la que, por lo menos,
han sabido captar rápidamente la atención del espectador desde el principio: Matar a Dios. Con este título tan
sugerente y provocador se adentran en una comedia negra con toques berlanguianos
y claras influencias de Álex de la Iglesia.
La historia cuenta la celebración de fin de año
de una familia durante una cena en un caserón aislado en mitad del bosque. De
repente, irrumpe en la casa un misterioso vagabundo. Un enano que afirma ser
Dios. Les anuncia que exterminará a la especie humana al amanecer y que solo
pueden sobrevivir dos personas de los cuatro que son. A partir de ese momento,
el destino de la humanidad solo depende de cuatro desgraciados que pelean
egoístamente para salvarse. El espectador es testigo de las peores miserias a
las que puede llegar el hombre. Este es el punto central a partir del cual gira
la historia. Se sirven del Ser Supremo como punta de lanza para desenmascarar
los sentimientos y actuaciones más despreciables del ser humano. La película
reflexiona sobre el concepto del filósofo inglés Thomas Hobbes “El hombre es un
lobo para el hombre”. Para sí mismo y también para la Tierra. “Somos basura, un
cáncer para el planeta” dice uno de los protagonistas. Dios se ha dado cuenta
de que su plan para el hombre y la mujer no le ha salido bien y ofrece a la
especie humana una última oportunidad. Matar
a Dios plantea las grandes cuestiones que siempre han acompañado a la
humanidad: ¿Existe Dios?, ¿quiénes somos?, ¿hay algo después de la muerte?
Preguntas existenciales acompañadas de un humor negro, irreverente, grotesco,
surrealista y hasta políticamente incorrecto.
Los directores de esta hilarante comedia
mantienen el interés del espectador hasta el final tratando otros temas como
las relaciones familiares, el amor, los celos, el machismo y la envidia. No es
la primera vez que trabajan juntos y eso se nota. Ya han triunfado en el
formato cortometraje con títulos como “Nada S.A.” (2014) o "R.I.P." (2017)
obteniendo numerosos premios nacionales e internacionales en festivales de
cine. Su complicidad es notable en su forma de trabajar donde cada uno tiene
muy claras sus funciones. Albert Pintó, -realizador y profesor de la Escuela
Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña-, se encarga de la puesta en
escena y de la cámara mientras que Caye Casas -ilustrador y caricaturista de
tiras cómicas- opta por la dirección de actores. Dos jóvenes directores que
tuvieron la suerte de encontrar la productora Alhena Production para hacer
realidad su locura y rodar la película en tan solo 21 días.
Destaca de forma notable la dirección de arte
cuyos encargados, Cristina Borobia y Antoni Castells, saben ambientar con gran
detalle el interior de la casa (los cuadros, las cabezas de animales disecadas
y expuestas como trofeos…). Este aspecto, junto a la dirección de fotografía,
sumerge al espectador en una atmósfera inquietante que roza a veces el
tenebrismo.
Sin duda, lo más destacable de la película es la
interpretación coral de cuatro actorazos. El gran Emilio Gavira (El milagro de P. Tinto, La gran aventura de Mortadelo y Filemón)
encarna a un Dios extraño y barbudo que mantiene en vilo a todos; Itziar Castro
(Campeones, Pieles) demuestra que en una misma secuencia se puede reír, llorar
y enfadarse con una facilidad pasmosa. Esta actriz, que está viviendo un
momento álgido en su carrera profesional, al recibir el guion de la película
declaró: “En 20 años de carrera es la primera vez que no pone que soy gorda.
Por fin, la gorda del cine español va a demostrar que también es actriz". El
reparto lo completan unos sobresalientes Eduardo Antuña, Boris Ruiz y David
Pareja.
Noventa minutos de cinta que no dejan indiferente a nadie. Por ahora, la comedia negra más galardonada del año con el Gran Premio del Público del Festival de Sitges, entre otros.
Noventa minutos de cinta que no dejan indiferente a nadie. Por ahora, la comedia negra más galardonada del año con el Gran Premio del Público del Festival de Sitges, entre otros.
Con el director Caye Casas y la directora de arte Cristina Borobia en el preestreno de la película. |
Con la actriz Itziar Castro en el preestreno de la película. |
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