La Academia de Cine ha planteado al Gobierno un proyecto para facilitar la integración del séptimo arte en la escuela. Conocer los secretos de la creación cinematográfica es un camino para formar la agudeza visual, emocional y social, así como para lograr un sentido crítico de la vida.
¿Es posible eliminar la enseñanza de la lengua, la
literatura y la oratoria de las aulas de los colegios, institutos y
universidades? No, ¿verdad? Sería una auténtica aberración que afectaría de
manera inequívoca a la formación de nuestros hijos. Serían privados de unas
herramientas imprescindibles para sobrevivir y comunicarse con otras personas
de nuestra sociedad. Entender la realidad que nos rodea es tarea de todos desde
el momento en que nacemos. Esta aprehensión del entorno se nos enseña en el
seno de nuestra familia y en los colegios. Primero, con el aprendizaje del
alfabeto para construir palabras que formarán frases con las que comunicarnos.
Pero la alfabetización literaria en la
educación integral de la persona es parcial si no camina de la mano de la
alfabetización audiovisual. Una enseñanza crucial para la comprensión de
los contenidos en forma de imágenes que los jóvenes reciben en mayor medida que
las informaciones que les llegan vía oral o a través de la lectura. Estamos
sometidos a un constante bombardeo mediático de mensajes audiovisuales. Por
ello, solo una correcta alfabetización
audiovisual permitirá descifrar y desentrañar nuestra realidad.
A pesar de las innovaciones y de las nuevas tecnologías (que
han puesto en las manos de la juventud la capacidad de convertirse no solo en
consumidores sino también en generadores de contenidos), el cine, como infinito
muestrario de historias, sigue siendo clave para entender el lenguaje propio de
las imágenes acompañadas de sonido. La
comprensión de los códigos propios del cine es una herramienta más que
necesaria para formar la agudeza visual, emocional y social. Aprender a
ver cine, alcanzar los secretos de su creación, es un camino para lograr un
sentido crítico de la vida. En la actualidad, la narración es audiovisual y,
por ello, es indispensable trasladarla a las aulas.
El
cine en la escuela
En este sentido, la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de
España, en colaboración con el mundo educativo, ha planteado al
Gobierno una serie de medidas para facilitar la integración del séptimo arte en
las escuelas. Entre ellas, se encuentra la confección de una
lista de treinta títulos imprescindibles del cine español que los estudiantes
deberían conocer. Una iniciativa que considero extremadamente acertada. Las
partes implicadas, tanto las del cine como las de la educación, deberíamos
trabajar de forma conjunta para hacerlas realidad, aunque ya existen proyectos
aislados que persiguen mejorar esta situación. Un ejemplo de ello es AulaCorto,
un portal web de contenidos audiovisuales donde educar a través del
cortometraje. Se trata de una herramienta de trabajo destinada a colegios e
institutos públicos, privados y concertados. AulaCorto es
una clara muestra de que, si se quiere, se puede. Un acuerdo fruto de la
colaboración entre distintas entidades, el Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte y asociaciones de cine, entre las que se encuentra la Plataforma de
Nuevos Realizadores, a la cual pertenezco.
En el año 2008, el Parlamento
Europeo reivindicó la existencia de una asignatura obligatoria de educación en
comunicación audiovisual para todos los niveles, pero en España se hizo oídos
sordos. Vamos con retraso con respecto a otros
países de nuestro entorno, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Creo, y
así me lo han hecho saber algunos de los responsables de debatir estas
propuestas en la Academia de Cine, que es un tiempo propicio para llegar a
acuerdos en dicha materia. No digo que sea fácil. Hay ejemplos clamorosos que
ponen de relieve la falta de entendimiento entre los partidos políticos para, por
ejemplo, alcanzar el tan anhelado Pacto de Estado por la Educación. Pero
podemos avanzar paso a paso y el acuerdo de la enseñanza cinematográfica puede
ser el primero. Decía que podía ser un momento excelente, porque hoy confluye
el interés de varias partes en revertir esta situación. La actitud positiva del actual ministro
de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, facilita la comunicación
con el Gobierno, que pretende incluir materias curriculares relacionadas con la
cinematografía en los distintos niveles educativos, en el marco del Plan
Cultura 2020.
Cine,
riqueza cultural, patrimonial e histórica
Otra parte activa son los propios
profesionales de este ámbito representados en la Academia de Cine. Los nuevos
aires que corren en esta institución, liderados por su presidenta, Yvonne Blake, y su brazo ejecutor, el director
general, Joan Álvarez,
evidencian las ganas de mejorar la situación del cine, la de sus espectadores,
así como la de formar un público crítico -desde las edades más tempranas- que
disfrute con el arte patrio. Por ello, no solo se les debe enseñar a ver, a interpretar y a hacer cine, sino
también mostrarles la riqueza cultural, patrimonial e histórica que alberga,
encarnado en genios tan relevantes e internacionales como
los directores Luis García Berlanga, Luis Buñuel, Carlos Saura o
el actor Antonio Banderas -recién
nombrado Premio Nacional de Cinematografía 2017-.
Sin duda, se trata de una labor complicada en la que también hay que instruir a los
docentes que vayan a impartir estas materias, concienciar
de la necesidad de retribuir a los autores de las películas, explicar qué son
los derechos de propiedad intelectual, así como advertir de las consecuencias
negativas de la piratería.
Este
afán por la educación y el cine tendría el objetivo de formar ciudadanos
críticos,
capaces de saber interpretar las imágenes que están viendo. Solo así podremos
ser rigurosos en la comunicación, enriqueciendo nuestros mensajes. En
definitiva, lograr una sociedad más libre.
Artículo publicado en El
Debate de hoy. Puedes leerlo aquí.
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