viernes, 21 de marzo de 2014

Encuentro con… Santiago Carrillo

Santiago Carrillo, político, y Pedro Estepa Menéndez


Se acercó despacio, apoyado en un bastón, con cara sonriente y se  sentó a mi lado. A pesar de encontrarnos tan próximos en el mismo espacio nos separaban unas cuantas generaciones. Fue en el Círculo de Lectores de Madrid durante la presentación de un libro al que acudí para comprender uno de los fenómenos más sorprendentes (pero también más esperados) de las últimas décadas, el movimiento ciudadano 15M. Sin duda, este hecho despertó conciencias en políticos, incluso en la propia sociedad que parecía dormida hasta entonces. Y sí, desde ese momento, el pueblo está actuando como contrapoder de los poderes fácticos. Es más, los ciudadanos estamos defendiendo un espacio propio que es nuestro, en contra de determinadas acciones que implementa el poder democrático establecido y guiadas por intereses económicos, que se suponían estaban encaminadas a buscar el bien común.

Sea como fuere, Santiago Carrillo se sentó a mi lado. Por momentos creí tener a mi derecha un viejo libro de historia. De estos ejemplares pesados con cubiertas y lomo de cuero desgastado por el paso del tiempo. Recordados por algunos como un asesino, un traidor, un rojo y por otros como un gran dirigente, excelente persona y capaz de conducir (entre otros) a nuestro país hacia la democracia. Pareceres diametralmente opuestos para definir a una misma persona. Curioso. Y así somos: o blanco o negro. No creo que sea lo que haga falta en estos tiempos, sino todo lo contrario. Es necesario buscar puntos en común entre las distintas posiciones para acercarnos los unos a los otros, comprendernos y convivir armoniosamente. Y todo ello, exponiendo de forma clara cuáles son las líneas a seguir en la defensa de los derechos y obligaciones de cada ser humano.


Cuando finalizó el acto se despidió y salió por la misma puerta por la que entró. Sus pasos, lentos pero firmes, se perdieron en el horizonte y desapareció. Ahora no sabemos donde está pero su recuerdo siempre quedará reflejado en las hojas de los libros de historia.



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