martes, 2 de abril de 2013

Un objetivo común


Hoy en día, por desgracia, hay algunos países del Mediterráneo que no pueden vivir en paz. La historia de este mar de culturas ha estado plagada de grandes batallas. También de grandes intercambios culturales que no han hecho más que enriquecer la vida de sus ciudadanos. ¿Por qué no acabar con tanta violencia inútil y crear un mar de civilizaciones donde se salvaguarde la dignidad de todos y cada uno de sus miembros? Así, en la actualidad, escuchamos hablar de políticas de exterior o políticas de defensa. Decía el que fue Primer Ministro de Suecia (vilmente asesinado), Olof Palme, "la mejor política de defensa es una buena política exterior". Sin duda, y más en un mundo globalizado, la mejor defensa es contar con la colaboración de los demás. Un entendimiento mutuo basado en el mantenimiento de relaciones constructivas recíprocas. Llevar a cabo una política intercultural con nuestros conciudadanos no sólo para mantener una defensa estratégica y militar, sino una defensa de la cultura mediterránea; una defensa de nuestra historia; una defensa de la educación; una defensa de nuestra gastronomía... En definitiva, la defensa de una cultura de paz que pueda ser disfrutada por todos libremente. Ha de quedar claro que una buena política exterior es, sobre todo, cooperación. El futuro de cualquier país, y por ende de cada persona, depende de la cooperación que establezca con el resto de naciones donde todos los esfuerzos estén dirigidos a conseguir un objetivo común: la persecución de la paz.
Ilustración de Forges

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