Hoy
en día, por desgracia, hay algunos países del Mediterráneo que no pueden vivir
en paz. La historia de este mar de culturas ha estado plagada de grandes
batallas. También de grandes intercambios culturales que no han hecho más que
enriquecer la vida de sus ciudadanos. ¿Por qué no acabar con tanta violencia
inútil y crear un mar de civilizaciones donde se salvaguarde la dignidad de
todos y cada uno de sus miembros? Así, en la actualidad, escuchamos hablar de
políticas de exterior o políticas de defensa. Decía el que fue Primer Ministro
de Suecia (vilmente asesinado), Olof Palme, "la mejor política de defensa
es una buena política exterior". Sin duda, y más en un mundo globalizado,
la mejor defensa es contar con la colaboración de los demás. Un entendimiento
mutuo basado en el mantenimiento de relaciones constructivas recíprocas. Llevar
a cabo una política intercultural con nuestros conciudadanos no sólo para
mantener una defensa estratégica y militar, sino una defensa de la cultura
mediterránea; una defensa de nuestra historia; una defensa de la educación; una
defensa de nuestra gastronomía... En definitiva, la defensa de una cultura de
paz que pueda ser disfrutada por todos libremente. Ha de quedar claro que una
buena política exterior es, sobre todo, cooperación. El futuro de cualquier
país, y por ende de cada persona, depende de la cooperación que establezca con
el resto de naciones donde todos los esfuerzos estén dirigidos a conseguir un
objetivo común: la persecución de la paz.
Ilustración de Forges |
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