Atónito y perplejo. Así me
siento cada vez que leo cualquier noticia sobre el recién nombrado presidente
de los Estados Unidos de América, el empresario y showman Donald Trump, y de todo aquello cuanto le rodea.
Al más puro estilo House of cards -la serie televisiva
norteamericana que muestra los affaires
de la alta política- la realidad parece superar a la ficción. Y mira que es
complicado viendo las barrabasadas que comete Frank Underwood -interpretado por
el actor Kevin Spacey-, protagonista de esta historia. Un ser indómito que es
capaz de matar con sus propias manos para alcanzar las más altas cotas de
poder. De esa forma tan descabellada logra ser presidente de la primera
potencia mundial.
Con esto no quiero decir, ni
mucho menos, que el señor Trump haya llegado a ser candidato a la presidencia
de su país urdiendo planes similares a los del señor Underwood, pero sí me
llama poderosamente la atención la falta de información que rodea al hombre de
pelo amarillo. Su relación con las mujeres, con los mexicanos -en general, con
cualquier país extranjero- y con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) son
solo algunos ejemplos de los turbulentos tiempos que se avecinan.
En estos últimos días somos
testigos del desprecio que el nuevo inquilino de la Casa Blanca muestra hacia
los servicios de inteligencia de su país. Un choque frontal con los que
deberían ser “los suyos”. Y yo no salgo de mi asombro… Este desencuentro, al
parecer, se originó cuando la CIA elaboró un estudio en el que confirmaba que
“Rusia intervino en las elecciones de 2016 para ayudar a Donald Trump a ganar
la presidencia, y no solo para minar la confianza en el sistema electoral de
EEUU”.
Según leo en la prensa, me
da la sensación de que tiene posiciones próximas a los intereses de Rusia y a
los de su presidente, Vladímir Putin. ¿Por qué? ¿Desde cuándo esto es así? La
historia siempre nos ha demostrado las diferencias insalvables entre el
llamado bloque Occidental, liderado por Estados Unidos, y
el bloque del Este, liderado por la Unión Soviética, alcanzando su
máximo apogeo después de la Segunda Guerra Mundial.
Quizá no todo sea lo que
parece y cualquier diferencia ideológica y política sea capaz de diluirse, sin
dificultad alguna, si se antepone el interés económico. El de ambos mandatarios
y el de todos aquellos empresarios, políticos y demás acólitos que los auparon
al poder. Es curioso el nombramiento como Secretario de Estado de Rex Tillerson,
hasta ahora presidente ejecutivo de la petrolera ExxonMobil. Más intrigante es su afecto mutuo con el líder
ruso, incluso ha sido condecorado por Moscú con la Orden de la Amistad.
Los negocios de Tillerson, en relación al oro negro, han estado vinculados a
empresarios rusos y siempre se opuso a las sanciones que decretó la Administración
Obama, tras la anexión de Crimea.
Sorprende las similitudes
del dúo formado por Donald Trump/Rex Tillerson y Garrett Walker
-45º Presidente de los Estados Unidos en House of cards-/Raymond Tusk. Este último empresario
multimillonario con una amplia red de influencia y contactos con China y amigo
íntimo del presidente con gran capacidad de persuasión sobre él. A veces la
ficción se anticipa, de forma inusitada, a la realidad o… ¿esta serie habrá
servido de fuente de inspiración a Trump?
También leo en los
periódicos el riesgo real que corre Europa procedente de Rusia: “la
orquestación de propaganda y difusión de bulos a través de las redes sociales”.
Según la corresponsal en Bruselas del diario El País, Lucía Abellán,“los medios rusos gastan al menos 1.000
millones de euros en estas actividades y difunden su mensaje en todo el
vecindario del Este (en países como Ucrania, Georgia y Moldavia), incluso en la
propia UE (los Bálticos, los del Este y cada vez más en el corazón del bloque
comunitario)”.
Tanto es así, que la Unión
Europea ha decidido contrarrestar esta estrategia creando una pequeña unidad
dependiente del servicio diplomático europeo con el objetivo de desmontar los
mitos que propaga el Kremlin sobre la UE.
Ya lo escribió, hace siglos,
el estratega militar chino Sun Tzu en su famosa obra El arte de la guerra: “la mejor victoria es vencer sin combatir”.
¿Y cómo? A través del engaño.
Al parecer, los servicios de
información y de espionaje rusos están vertiendo información falsa para
desestabilizar zonas geográficas concretas y así extender su influencia. ¿Quizá
estemos viviendo una guerra encubierta entre Rusia y el resto de países? ¿Putin
ha ayudado a Trump a llegar a la presidencia de los Estados Unidos?
No lo sé y no creo que lo
sepamos nunca a ciencia cierta pero yo, por si acaso, veré la quinta temporada
de House of cards que está a punto de
empezar.
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