14-05-2004
Su entrada desafiante y firme. Reina,
andar ligero. A su paso caen pétalos de margarita, suaves como ella. Le
acompañan hojas. Su savia, llena de saber como la sangre que recorre su cuerpo.
Su cuello, que sustenta a su buen raciocinio, está adornado con un lindo
pañuelo, pañuelo…, que le hace ser una niña rebelde. Ella viene, se acomoda en
su cárcel y empieza a pregonar a los cuatro vientos la filosofía de la vida.
Alguno de sus ángeles, que dependen de ella, comprenden el amor que transmite.
Sus manos delicadas sostienen la historia del saber, de la lucha, de la
decadencia, del amor, de la sugerencia, de la libertad… Sus ojos que se mueven
de faz en faz; sus movimientos cuando predica; le hacen ser juvenil, pero a la
vez muestra su gran experiencia, madurez y sentido de la vida. Un ángel, que
comprende su doctrina, quiere unirse a ella, junto con otros cuantos locos y
hacer desaparecer el mal del mundo. Pero ese sueño se esfuma cuando la reina
desaparece por la puerta de la cárcel por la que entró.
"En muy pocas frases Pedro instaura un estilo, un ambiente, nos lleva a un mundo tremendamente interesante e incluso tiene la "desfachatez" de luego dejarnos caer de una forma sobrecogedora".
ResponderEliminarAntonio Peláez Barceló
Director general en Tracia Producciones y Director en Radiocine