Último piso de un edificio
del centro de Madrid. Me recibe un pequeño perro que no para de ladrarme. Un
pasillo oscuro repleto de libros y objetos apilados llenos de historia. Después,
otro perro más y dos gatos. Y al final, entrando al salón, me saluda Bárbara
Allende Gil de Biedma; es decir, Ouka Leele. Una mujer que, a primera vista,
parece tímida. Con voz mansa. Silenciosa. Por dentro, llena de energía y
coraje.
Me desplacé hasta su casa
para hacerle una entrevista. Para intentar descubrir su mundo exterior, pero
sobre todo, y más complicado, su universo interior. Dice que en su pintura solo
usa tres colores: rojo, amarillo y azul. No le hace falta más. Así es capaz de
despertar múltiples emociones a los ojos de quienes ven y a los corazones de quienes
son capaces de sentir.
En un largometraje dirigido
por Rafael Gordon se puede ver a Ouka Leele dirigiéndose a cámara con un cerdo
en la cabeza (no sin cierto desparpajo, el cerdo digo). Dice así: “Yo soy Ouka Leele,
la creadora de la mística doméstica. Digo esto porque creo que la gente se toma
mis imágenes como una crítica social y son todo lo contrario. Es la sublimación
de lo cotidiano, de lo doméstico”. Apuesto lo que sea a que estaba a punto de
la risotada.
Me da igual, sea crítica
social o no, su arte está ahí. Te puede gustar o no, inspirar o no, abrirte los
ojos o volverte ciego, pero Ouka es feliz con una cámara o con un pincel. Ella
está enamorada de sus imágenes y eso se cuela en cada disparo o pincelada que
da.
Aquí podéis ver la
entrevista que le realizamos:
Ouka Leele y Pedro Estepa
Menéndez
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