Sinopsis:
Londres, año 2047. Ronnie Lee (Frank Smith) jamás pensó
que sería el protagonista de una historia tan triste como la suya. De niño
imaginaba su vida como si fuera una película clásica de Hollywood, parecida a
aquellas que su padre le llevaba a casa. Casablanca siempre fue su referente.
Con el paso del tiempo, Ronnie –al
igual que ese film, como muchos otros- fue apartado de la sociedad por culpa de
su otra pasión: el tabaco. Perdió su empleo como profesor, y también a su
mujer, su casa y, de alguna manera, su vida. Sólo con su humo, y rodeado de
butacas vacías, pasa su tiempo en un
cine abandonado.
Ahora, y con la única compañía de
sus cigarrillos y el equipo que ha venido a grabarle por haberse convertido en
el último fumador con vida, Ronnie recuerda para que nadie le olvide.
Comentario del director:
El hilo conductor de “As time goes by...” es el
constante recordar de Ronnie, el protagonista. Evocar el pasado en un tiempo
futuro. Año 2097. Resulta duro ponerse en su pellejo. Vive absolutamente en
solitario. En un cine abandonado. Perdió a su mujer, su casa, el trabajo, el
contacto con la gente... Se puede decir que el verdadero Ronnie murió hace
años. Y todo por culpa de una sola cosa: el tabaco. Las únicas pasiones que le
quedan son fumar y el cine. Es el último fumador que queda con vida en el
mundo. Este hecho es lo que da pie a la entrevista que le está realizando un
equipo de periodistas. El espectador puede vislumbrar cómo hay momentos en los
que se agotan o renacen sus fuerzas interiores. Los recuerdos son el alimento
de este pobre hombre. He intentado reflejar la vida de una persona corriente.
Un ser que tiene un fuerte sentido de lo que es vivir aunque se ha condenado él
mismo a subsistir encerrado en un cine. Un acto libre del que no se arrepiente.
Al situar al protagonista en medio de ese gran cine estoy mostrando la soledad
de un ser casi atormentado por el transcurrir del tiempo. El cortometraje no es
una historia en la que el personaje se va desarrollando; aquél que es débil y
se vuelve fuerte con un gran esfuerzo. No, es un homenaje al débil que sigue
siendo débil.
La apuesta de “As time goes by...” se apoyaba en la elección del
intérprete porque él era el que tenía que expresar toda la ambigüedad que había
pensado para la película.
La relación constante entre fuerza –de seguir viviendo- y
debilidad –por el pasado-. Entre Ronnie, gran profesor de universidad, con una
vida resuelta, y otro Ronnie sin nada más que sus cigarrillos y recluido en la
más absoluta incomunicación. No tiene nada que perder pero tampoco nada que
apostar.
Es el
ejemplo perfecto de alguien que no pone ninguna barrera entre la vida y el
arte. Y es que Ronnie es un amante del cine. De tal forma que la historia
entremezcla acciones de su vida real con ficción. A eso ayuda el ambiente y la atmósfera
creada. Acompañado siempre por un humo que parece envolverle en un aspecto
fantasmal. Una iluminación tenue en la inmensidad del cine y una textura fría
nos pone la piel de gallina.
La
historia muestra un doble juego. Por un lado, se aparta sin pudor de la
sociedad a todas aquellas personas defectuosas –el tabaco es considerado como
una enfermedad peligrosa-. No se quiere saber nada de ellas y no se buscan
soluciones para ayudar a su desintoxicación. El tabaco perjudica seriamente la
salud y está prohibido. Empero, puede entenderse como un alegato a favor de los
fumadores. Una crítica de cómo han sido apartados de todo sin piedad. Una
reivindicación al poder fumar libremente. Puede ser que me identifique más con
la primera afirmación, pero quizá sea porque no fumo.
Cuando
el proyecto cayó en mis manos estuve dándole vueltas a cómo hacer para que la
obra final no resultara aburrida. No hay que olvidar que es una especie de
relato de un hombre que está sentado frente a una cámara. Me planteé la
existencia de dos puntos de vista. Una cámara que recoge los primeros y medios
planos y que es la de los periodistas. Y otra cámara ficticia que se sitúa a
ambos lados del actor y nos ofrece planos laterales. También planos generales
donde se ve a Ronnie acompañado de los periodistas. Es el punto de vista del
espectador que se mueve alrededor de la acción. Así se aportaba un mayor
dinamismo y agilidad.
No
puedo acabar sin nombrar y agradecer enormemente a todo el equipo que ha hecho
posible este proyecto. Es erróneo e incluso pretencioso pensar que un
cortometraje es obra de una sola persona. Sin todo el gran equipo apoyándonos
los unos a los otros no hubiera sido posible. Como dijo Orson Welles: “hacer
una película es como pintar un cuadro con un ejército”. Además del fructífero
intercambio de saberes que supone para todos nosotros.
“Con el cortometraje As time goes by…, dirigido por Pedro
Estepa, desde su inicio mismo no es posible despegar los ojos de la pantalla, y
es que convocan absolutamente: lo acertado y enigmático de la atmósfera, su
precisa recreación del blanco y negro de los filmes clásicos; el carisma del
actor Frank Smith que despliega como verdad una gama de expresiones faciales y
una voz grave y de múltiples intenciones; la capacidad de síntesis y
profundidad del guión de Juan M. Blanco, y el lenguaje depurado de sus diálogos,
unos que admiten, desde sí y desde la concepción del director,
desentrañamientos disímiles y hasta contrapuestos; el perfecto hacer de la
cámara y la fotografía de Pablo Javier Gómez; todo igual logrado por las excelencias
de la dirección de Pedro Estepa, y su lúcido juego de equilibrios, suma de
aciertos que reúne a la par en primer plano la asistencia y el montaje de
Miriam Gamo, el respaldo de la producción de David Gutiérrez, la música de
Fermín Higuera y el diseño gráfico de José Miguel García. Entre mucho más para
la reflexión y la emoción profundas: As
time goes by… es un homenaje al cine y a Casablanca y su género. Un
personaje, palpablemente humano, en el Londres del año 2047; un hombre mayor
que vive en un cine abandonado y al que un equipo de periodistas viene a
entrevistar en tanto último fumador vivo; un hombre mayor al que ya no le queda
París, contenidamente desgarrado y desgarrador como su historia, sus
elecciones, su marginación y su nostalgia. Una nostalgia tan de adentro que lo
dimensiona vulnerable. Este cortometraje, por su
hondura y brillantez humana y cinematográfica, y su equipo creador, tan de
excepciones, han llegado para quedarse. Mucho darán que hablar”.
AS TIME GOES BY… para quedarse
Francisco Garzón Céspedes. Director de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE)
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